Tuesday, July 18, 2017

Segunda Piel

1       Habitar

1.1     Origen etimológico

«La manera en la que los humanos estamos en la Tierra es habitando...ser un ser humano...significa habitar."» HEIDEGGER, 1954
La palabra habitar se ha utilizado como sinónimo de vivir, o de estar. Sin embargo esta palabra que tiene su origen en el latín, proviene del verbo habito, habitas, habitare, habitavi, habitatum frecuentativo de habeo, habes, habere, habui, habitum con el significado de tener. Un verbo frecuentativo se refiere a una acción que se repite, habla de una acción duradera y continua. Por lo que su concepto etimológico es “tener reiteradamente. Y su definición es ocupar una persona un lugar o una casa” (DICCIONARIO ETIMOLÓGICO DE CHILE, 2017).
Sostiene Arnau citado por Sarquis que “La primera consecuencia del propósito de habitar no es la habitación, sino el hábito. El habitar crea hábitos y los hábitos constituyen un principio de habitación: habitar es habituarse. Hábito y habitación juegan así un juego dialéctico’. La diversidad de sentidos del hábito ilustra su concepto. Existen tres nociones de hábito: a) es un vestido; b) un comportamiento; c) una facilidad”.
Según esta concepción Sarquis ahonda que su primera acepción es un vestido, pero no una ropa cualquiera “sino aquel que cada uno usa según su estado. Es un vestido, por consiguiente, representativo y significante de cierta condición u oficio. El matiz religioso viene luego.
Según el segundo significado, hábito es un modo de comportamiento Sarquis cuestiona: “¿Cómo, si no, la arquitectura habría de aprehender la imprevisible conducta del hombre, si ella no obedeciera a un abanico de hábitos estables? Puede haber habitaciones, porque hay hábitos: de estudio, de reposo, de aseo, de restauración, de trabajo, de convivencia.  Esos hábitos son las costumbres que los romanos antiguos llamaban mores.(…) El que habita mora, y el que mora tiene mora”. En este punto la arquitectura y la ética se encuentran. Con el vocablo moradores, “Nos

recuerdan los latinos la cualidad moral, o inmoral, de todo alijo de costumbres”.
                Señala Mandoki 2006 que “Las convenciones culturales son artificios materiales cuyo uso le proporciona al ser humano la estabilidad necesaria para sobrevivir socialmente. Como criatura inestable y mortal que es depende de la cultura y sus convenciones para albergarse y convivir”.

Gérin en un análisis etimológico sobre el término delimita que habitar es de humanos, ya que muy pocos animales son definidos por el lugar que habitan en cambio en el caso de los pueblos antiguos, se definían casi exclusivamente por el territorio que ocupaban, dando origen a los adjetivos de uso sustantivo como hebreo, moro, etc.  (GÉRIN, A. 1999)
“El ámbito que el diccionario reserva para habitar es la casa”.  (GÉRIN, A. 1999) pero entonces existen muchas otras edificaciones que no son casas o mejor dicho edificaciones residenciales, en donde se habita y también se llaman casas, como una casa de huéspedes, una casa de reposo, la casa del Señor, una casa de citas, una casa de cultura, etc.
Guérin señala que en el español hispanoamericano se hacía la diferencia entre habitador y habitante, refiriéndose al primero como un poblador de una zona rural, en cambio el segundo se refería a un morador de ciudad. Incluso en los primeros textos de la nueva España no se hace referencia al verbo habitar. (Como si los indios no hubieran alcanzado este estado de ocupación).
El florentino Brunetto Latini (1220-1295) maestro de Dante escribió en francés “El tesoro” una obra enciclopédica, en donde se lee “Alma es vida del hombre y dios es vida del alma. No es hombre su cuerpo, que fue hecho del limo de la tierra, solamente es hombre si alma habita en él y, por este ajuste a la carne, es ella llamada hombre” (El tesoro, libro I). (Citado por Guérin en los cambios en las dimensiones semánticas de habitar, 1999) Guérin reflexiona que “en el espacio del sentido, habitar consiste, entonces, en un profundo ajuste entre dos realidades discretas y diferentes: el alma divina y el cuerpo efímero, un pueblo y su territorio, el hombre y su ciudad (…)”

1.2     Habitar es instrínsecamente poético

 “No habitamos porque hemos construido, sino que construimos y hemos construido en la medida en que habitamos, es decir, en cuanto que somos los que habitan” (Heidegger, M. 1951)
Con esto Heidegger nos dice que construir no es habitar, incluso me atrevo a decir que se puede habitar lo no construido precisamente transformándolo, construyéndolo que no es lo mismo que edificándolo. Al mismo tiempo que puedo decir que la arquitectura no necesariamente está ligada a construcción, la arquitectura es el orden y el sistema. José Ricardo Morales en Arquitectónica: Sobre la idea y sentido de la arquitectura señala que: “Independientemente de que la arquitectura construida exista, nos encontramos con manifestaciones arquitectónicas originadas por el desplazamiento del hombre en los caminos. (…) Incluso su actividad pensante se vincula directamente con estas acciones”. Hoy día sin embargo es difícil pensar en arquitectura sin imaginar una edificación. Se llama arquitectura a cualquier construcción, pero claramente arquitectura es más que construcción y habitar es más que vivir, tal como se ha definido etimológicamente. Habitar habla de la experiencia transformadora del ser humano, que para ser necesita transformar su entorno, es su forma de relacionarse con él y no sólo de una manera adaptativa y funcional, sino también de una manera poética. Heidegger en 1951 defiende esta postura diciendo que “Poetizar es propiamente dejar habitar. (…) Poetizar, como dejar habitar, es un construir. Pero no un construir en el sentido de levantar edificios y equiparlos. (…) El poetizar es lo primero que deja entrar el habitar del hombre es su esencia. (…) El poetizar construye la esencia del habitar. Poetizar y habitar no sólo no se excluyen. No, poetizar y habitar, exigiéndose alternativamente el uno al otro, se pertenecen el uno al otro”. Por su parte Josep Muntañola en su libro la arquitectura como lugar aborda la cuestión de la estética de la arquitectura, más allá de su tectonicidad, y sus relaciones funcionales, haciendo hincapié en la fenomenología de los espacios declara que “La belleza de los lugares habitados siempre ha tenido, en los tratados de arquitectura, el contenido poético del entrecruzamiento entre construcción y habitar”     (Muntañola, J. 1998). 
La manera en que hemos ido innovando y sofisticando las maneras de habitar ha ido evolucionando con la humanidad misma, se puede decir que somos seres pensantes casi desde el momento mismo en que empezamos a habitar. Coinciden los primeros vestigios del homo sapiens con los hallazgos de las cavernas, nuestras primitivas maneras de habitar. Ya que no nos limitamos a ocuparlas, si no fueron grabadas, pintadas y modificadas. Señala Freud que "...los primeros actos culturales (realizados por el hombre) fueron el empleo de herramientas, la dominación del fuego y la construcción de habitaciones." Dado que el mundo natural es hostil para la vida del hombre, lo hemos transformado, en principio protegiéndonos ante las inclemencias naturales. El hombre ha inventado una “especie de segunda piel que lo protege dándole un espacio donde pueda producir, conservar y reproducir su vida.(…) Esa piel, que no es otra cosa que su vivienda.(…) Esa segunda piel denominamos arquitectura (…)ha creado un espacio a imagen y semejanza del hombre para que el ser humano pueda sobrevivir.” (Ramírez Ponce, A. 2002) La arquitectura es antropocéntrica al igual que casi cualquier artefacto inventado por el hombre, sin embargo pareciera que cada vez es más deshumanizada, porque si bien es cierto que atiende a las necesidades funcionales de la actividad humana, la “experiencia humana” es cada vez más escasa.

1.3     Habitamos en capas

«Las bestias tienen madrigueras; el ganado, establos; los carros se guardan en cobertizos y para los coches hay cocheras. Sólo los hombres pueden habitar. Habitar es un arte. Únicamente los seres humanos aprenden a habitar.» El mensaje de la choza de Gandhi (Illich, 1978)
Según el artista y arquitecto austríaco Hundertwasser, hacemos uso de cinco pieles diferentes. La primera de ellas es la nuestra, la epidermis; la segunda, la vestimenta; la tercera la casa, los edificios; la cuarta piel es la identidad, es nuestro entorno más cercano, nuestra familia, nuestro barrio o ciudad, en resumen, todo aquello ajeno a nosotros que nos ayuda a definirnos. Por último, la quinta piel es la Tierra, nuestro planeta, el mismo que con su atmósfera protectora nos permite vivir, generándonos un ambiente que nos aísla del resto del hostil y frío universo exterior.
Teoría de las cinco pieles © Hundertwasser 
Teoría de las cinco pieles © Hundertwasser
Al final todas y cada una de las capas van surgiendo por la misma lógica. Protegernos, pero al mismo tiempo comunicarnos. El acto de habitar comenzó con este principio, un principio de instinto de supervivencia. La piel es nuestro envolvente natural. La ropa de igual modo antes de establecer relaciones complejas como las tendencias de moda y el estatus social, servía para proteger nuestro cuerpo,

1.3.1       La piel como primera capa

La piel además de ser el órgano más extenso, delimita lo que somos y lo que no somos al ser un envolvente, un contenedor. Que nos protege, pero no nos aísla, por el contrario; Nos comunica.         
“La piel es la frontera entre nosotros y el mundo. No solo nos protege del mundo exterior, también nos comunica con él. (…) Todos los sentidos, incluida la vista, pueden considerarse como extensiones del sentido del tacto. Como especializaciones de la piel. Nuestro contacto con el mundo tiene lugar en la línea limítrofe del yo, a través de partes especializadas de nuestra membrana envolvente” (Pallasmaa, J. 2006)
Todos nuestros sentidos nos ayudan a entender el mundo a darle significado, pero todos los sentidos están en función del tacto. A través de ellos, extendemos ese límite que nos contiene gracias a la piel y hacemos del mundo como decía Spinoza una extensión de nuestro propio cuerpo.  Diane Akerman declara que La mente no reside en el cerebro sino que viaja por todo el cuerpo en caravanas de hormonas y enzimas, ocupada en dar sentido a esas complejas maravillas que catalogamos como tacto, gusto, olfato, oído, visión”.  
Al igual que la cobertura de otros seres vivos –conchas, cáscaras, corteza, etc.– la piel y sus extensiones sirven antes que nada de prenda externa, como una estructura exterior concebida para cumplir una dura tarea de por vida”
Este cuerpo que explora la realidad también ofrece significados: comunica al mundo. No nos limitamos solamente a contenernos en nuestra piel, nuestra piel y nuestro cuerpo comunican ideas tan primitivas y complejas como el hecho de ser bello, ser hombre o mujer, “lo cual es irónico, dado que las células que vemos, cabello, uñas y todas las que afloran a la superficie de la piel– están muertas, una vez perdida su propia piel”.
También nuestra apariencia física dictamina nuestro estatus social, una piel tersa, un cuerpo tonificado, contra un cuerpo arrugado y maltratado. A veces comunica nuestras creencias como en las prácticas de modificación del cuerpo con un sentido religioso, como lo es la circuncisión y nuestro sentido de pertenencia. El maquillaje, los tatuajes, las alteraciones de nuestra piel, y nuestro cabello. No hay nada más personal que nuestro cuerpo. Es nuestra primera capa de identidad. Sin embargo este cuerpo propio “es parte de ésa construcción identitaria individual y colectiva, histórica, geográfica y cotidiana: soy lo que me forma, soy como vivo, soy como vivieron otros.(…) El cuerpo propio es al mismo tiempo un cuerpo colectivo que asume estructuras antiguas, que habita, sufre y resignifica. Cada cuerpo es un trazado y es producto de un trazado que lo atraviesa, es un mapa y es producto de los recorridos que hace en los mapas del espacio y del tiempo. Mapas cargados de afectos que se rehacen con la vida expresada en saberes, sentires y haceres.”García Slegel, M y Ospina Espitia, (2009). Akerman también reflexiona en este punto:  “diversos sentidos que nos parecen tan personales, que por momentos nos apartan de los demás, van en realidad mucho más allá de nosotros. Son una extensión de la cadena genética que nos conecta con todo lo que ha vivido: nos vincula con otras personas y animales, por sobre el tiempo y las circunstancias. Son un puente entre lo personal y lo impersonal, entre el alma privada y sus muchos parientes, entre el individuo y el universo, entre todo lo que tiene vida en la tierra”.

1.3.2       La ropa como segunda capa

“La moda es arquitectura, se trata de proporciones”. Coco Chanel
Ahora bien, nuestra piel ha demostrado ser insuficiente para protegernos contra la intemperie, para lograr el confort deseado, hemos creado otras pieles artificiales ajenas a nuestro cuerpo que a manera de capas nos proveen con las condiciones adecuadas para sobrevivir, ya sea a manera natural o incluso social.
                Si nuestro primer espacio de habitar consideramos que es la piel, nuestra segunda piel, o capa es la vestimenta, que además de protegernos, sigue comunicando lo que somos y lo que aspiramos ser, refleja muy claramente los valores de una época. En la actualidad pocos mercados se adaptan al cambio tan rápidamente como lo hace la industria de la moda, y al mismo tiempo ella genera cambios culturales en un proceso simbiótico.
“el hábito envuelve el cuerpo y lo atempera: algo que se predica asimismo de la habitación, envolvente y temperante: con la diferencia de que ésta rodea el yo y la circunstancia. La habitación viste un ámbito, Pero la habitación coincide con el hábito, en cuanto conviene al estado de cada uno y su oficio, a la vez que los representa y significa. Así, la habitación desciende de alguna manera del hábito y lo dilata. De los varios tipos de habitación primaria, hay uno que prolonga y desarrolla la tradición del tejido: la tienda. Y una tienda ¿Qué es, sino un vestido puesto a un ración, mínima o quizá no tanto, de espacio vital?” Sarquis (2006)

1.3.3       La arquitectura y los artefactos como tercera capa

La arquitectura desde su concepción primitiva ha sido un espacio de protección. Por etimología es el espacio por excelencia para habitar. Por analogía es un envolvente al igual que lo es la piel o la vestimenta.
Al igual que como hemos visto en la piel o la vestimenta, la arquitectura es un objeto cultural que comunica nuestros valores culturales sujetos al lugar (Genuis Loci) y a una época (Zeitgeist).
Sostiene Félix de Azúa, citado por Sarquis que “Para que la arquitectura produzca resultados aceptables puede darse por buena la jerarquía de los principios establecida por Vitruvio: toda edificación debe comenzar dirigida por su futuro uso, ha de seguir determinada por la solidez y firmeza de la construcción, y ha de concluir con un programa significativo que dé sentido al edificio y al lugar en donde se alza. El trío utilitas, firmitas, venustas, sigue siendo el abecé (casi nunca respetado) de la habitabilidad”.(…) “Lo más interesante de la cita es que la venustas, casi siempre comprendida como belleza, es aquí traducida por el autor catalán, como “un programa significativo que de sentido al edificio y al lugar donde se alza” temas ignorados por el Vitruvio original que pensó más en términos del placer que produce la contemplación de formas proporcionadas, rítmicas, compuestas en unidad y como resultado de un acuerdo de partes, tal como exigía Alberti hacia el S.XV. Esto nos habla de que la teoría de la que parten casi todas las escuelas de la arquitectura, clásicas y contemporáneas plantean esta doble vertiente vitrubiana, primero una en la que se entiende a la arquitectura como belleza, y por otro lado como un objeto significante. Habrá entonces que determinar si la arquitectura actual, es bella, significante, ambas o ninguna.
Aquí también cabe la reflexión sobre ¿Qué otros espacios que no son ropa ni arquitectura habitamos? En la vida moderna habitamos también nuestros vehículos, en ocasiones habitamos o no el transporte público. Aunque no ahondaremos en el tema, ya que su propósito principal es el de transportar y no precisamente el de habitar. También podemos decir de una manera más ambigua, abstracta y poco contenida que habitamos nuestros espacios virtuales.

1.3.4       El urbanismo y los espacios comunes como cuarta capa

 “Habitar es tener un lugar en el mundo desde el cual se extienden los vínculos de comunicación y participación en aquello que se ofrece como opción de vida en un territorio o una ciudad”. Saldarriaga, A (2002)
Habitar  es sin duda un acto no solo individual si no también colectivo, la ciudad entonces se entiende por extensión como otra escala de habitar. Aquí la experiencia se vuelve más compleja porque es un envolvente invisible, sin embargo perceptible, a diferencia de la ropa y en una escala mayor que la casa la ciudad no sólo es contenedor, si no también es una acumulación de espacios vacíos, de lugares en donde sucede interacción que se llena de significados gracias a los habitantes. La ciudad es una aglomeración de espacios construidos –y por ende, habitados–, cada uno, fuente de experiencias arquitectónicas. El ciudadano participa de una mínima parte de ellos, al circunscribirse en un mundo propio dentro del mundo colectivo. Habitar lo urbano permite incorporar las nuevas experiencias en el campo de las representaciones propias, expandiendo la imagen del mundo, y en este caso, la imagen de la ciudad”.
Es interesante resaltar que la ciudad convierte en político el acto de habitar, ya que por el simple acto de ocupar un espacio en la ciudad uno se vuelve habitante y con ello se le confieren una serie de normas, de responsabilidades y también de derechos. En la ciudad habitar se convierte en un derecho y en una responsabilidad.

1.4     Los supuestos de habitar

Ya hemos hablado que habitar es una actividad humana y que va más allá de simplemente vivir. Tiene que ver con la arquitectura pero no depende de su edificación. Entonces ¿Qué es habitar? ¿Cuáles son los supuestos para que el acto de “ocupar” se transforme en “habitar”? Para el español Miguel Saravia Madrigal, Habitar es:

1.4.1       Habitar es la huella de la vida

 «La equiparación de habitar con vivir procede de una época en la que el mundo era habitable y los hombres habitantes. La habitación era siempre huella de la vida». Una huella que podía adoptar múltiples formas, pero siempre dejar rastros, señales, vestigios. Y siempre, permanentemente inacabada. Como elemento vivo, reflejo de la vida, siempre considerada inacabada hasta que concluye la vida de los moradores            « La reivindicación de la casa (Illich, 1985)
Menciona Vidal que mediante la acción transformadora sobre el entorno, las personas, los grupos y las colectividades dejan una “huella”  que está cargada simbólicamente. Estas acciones le confieren significado al espacio tanto individual como social.

1.4.2       Habitar un territorio es reconocerlo y recorrerlo

                Habitar es tener permanentemente, por lo que nos lleva a reflexionar : ¿Cómo puedo tener algo que no conozco, que no lo apropio, que no lo reconozco? Para poder lograrlo es indispensable recorrerlo. Así como los ciegos recorren con las yemas de sus dedos un objeto para conocerlo, así con los pies caminando recorremos un espacio y lo conocemos. No se puede decir que uno conoce un edificio con sólo mirar una fotografía, incluso un plano. La única manera de “conocerlo” es experimentarlo, recorrerlo.

1.4.3       Habitar un territorio es convivirlo

Habitar es un acto individual, pero también colectivo como lo hemos establecido. Cuando habitamos el espacio público implica un acto colectivo, habito junto con las demás personas, significa la participación en la vida social. Las ciudades por su carácter capitalista han reducido cada vez más los espacios públicos, los espacios sociales, de modo que las calles donde sucedía la vida social han ido desapareciendo a la par de los mercados, y los espacios de apropiación espacial. Confinando a las personas a los espacios interiores, espacios privados. “Habitar un mundo significa depender de otros en el acto mismo de habitar (y asumir esa dependencia personal). E intervenir en su transformación humana: participar. En este sentido, participar significa vivir y relacionarse de un modo diferente. Pero sobre todo implica la recuperación de la libertad interior propia, es decir, aprender a escuchar y compartir, libre de cualquier miedo o conclusión, creencia o juicio predefinidos. (…) Esa libertad habilita a uno para el florecimiento de la propia vida, pero también para contribuir de forma realmente significativa a la lucha por una mejor vida de todos los demás. En este caso, la libertad interior le da vida a la libertad externa, haciéndola posible y dándola sentido”. Saravia, M. (2004)

1.4.4       Habitar es construir

Habitar es adaptar, modificar, construir, manipular. Aquello acabado, inmutable, es un espacio muerto, no es un espacio habitable. ¿Cómo algo puede ser mío si no se adapta a mí, si no sirve para mis propósitos, para mis necesidades?
Franco de la Cecla, citado por Saravia, escribe: "Hablamos de la fabricación de la vivienda o de la entrega a la asistencia médica. Los hombres ya no se consideran aptos para curarse a sí mismos ni para construirse sus viviendas». Y sin embargo sólo a través de esas acciones se vive la libertad. «Debe quedar claro que la dignidad del hombre sólo será posible en una sociedad autosuficiente, y que disminuye al desplazarse hacia una industrialización progresiva”. Más que la simple autosuficiencia, me atrevo a decir que lo importante no es la autoconstrucción, si no la conciencia de la adaptación de los espacios a las necesidades particulares, a los deseos e inquietudes del individuo. Dado que la industrialización de la arquitectura construye mediante estándares, estadísticas que reducen a la persona en un objetivo de consumo.

1.4.5       Habitar una ciudad o un territorio es entenderla, comprenderlo

                Al final no puedo tener, no puedo habitar si no comprendo, lo que me es ajeno, lo que no puedo apropiar. El espacio entonces debe fluir en ambas direcciones, me debe significar y lo debo de resignificar.

1.4.6       Habitar se relaciona con el fenómeno existencial de “acercar”

“Acercar es traer a la proximidad de la relación habitual, fundando un ámbito de co-referencia entre hombre, el mundo y los otros. (Mascaro, L 2011)
Este concepto no es de Saravia sino de Heidegger, y no habla de una proximidad si no de referencia. El acercar nombra un carácter de la existencia, a saber, su dimensión referencial y proyectiva por ello, el acercar en sentido originario no consiste en acortar segmentos de separación espacial, sino en contar con lo otro en el horizonte de lo que insta e involucra”. (Mascaro, L 2011)
De este modo, el acercamiento es un relacionarse con el mundo, no en un sentido físico, sino ontológico. Del mismo modo que no se limita solamente a la compresión o racionalización como forma de relacionarse sino también “en tanto dejarse afectar pasionalmente por lo que comparece en la cercanía. Esto significa que también la disposición afectiva [Beindlichkeit] es estructuralmente des-alejante”. (Marcaro, L. 2011).
Cuando hablamos de la apropiación del espacio, no podemos pensar en algo que hayamos decidido apropiar sin afectos, apropiar conlleva apego, identidad. “La apropiación es un mecanismo básico del desarrollo humano, por el que la persona se apropia de la experiencia, lo que se concreta en los significados de la “realidad”. Este énfasis en la construcción sociohistórica” de la realidad, en lo interpsíquico para explicar lo intrapsíquico, se apoya en la idea de que la praxis humana es a la vez instrumental y social, y que de su interiorización surge la conciencia”. (Vidal Moranta, T. 2005)
Para Vidal, la apropiación tiene dos vías la acción-transformación y la identificación simbólica, esta última se vincula con procesos afectivos, cognitivos e interactivos.

1.5     Habitar como modo fundamental de la existencia humana, habitar modelado y modelador de comportamientos

“El papel fundamental que el habitar desempeña como modo del existir del hombre. Para el Heidegger, existir es habitar.(Mascaro, L. 2011)
El habitar así como el habla menciona Doberti son dos actos humanos exclusivamente que nos instauran en la historia y en la cultura. “No existe ninguna persona que no habite y no hay momento alguno en que no lo haga: habitamos todos y habitamos siempre”. (Doberti, R. 2011).
Para Doberti aquellas que llama estructuras o conformaciones, que no serán otra cosa que aquellos “espacios, artefactos, utensilios e indumentarias” que tienen la capacidad de “inducir y conducir los comportamientos” y al mismo tiempo, éstos son modelados por los comportamientos. De modo que establecen “el grado de privacidad o publicidad del comportamiento, la ubicación y la relación jerárquica de los participantes y los grados de rigidez disciplinaria que se asigna a cada comportamiento en una determinada cultura”.

2          El espíritu del tiempo

“Todo el que siente curiosidad por darle un significado a la vida se ha preguntado al menos una vez por el sentido del lugar y el momento en que ha nacido” Pamuk, O. (2006)
El zeitgeist es un vocablo alemán que significa el espíritu de la época se refiere al clima intelectual y cultural de un determinado momento; utilizada a principios del siglo XX para observar los movimientos artísticos en el contexto de su época.
Enrique Browne en su texto “Espíritu de la época y espíritu del lugar” cita a Matisse ya desde  1908 tiene la conciencia de dicho espíritu “Nos guste o no, pertenecemos a nuestro tiempo y compartimos sus opiniones...incluso sus errores. Todos los artistas llevan la impronta de su época, pero los más grandes son sólo aquellos en quienes esa huella está más profundamente marcada”. Años más tarde agregaba Matisse que “nuestros sentidos tienen una edad de desarrollo que no viene del ambiente inmediato, sino de un momento de la civilización. Nacemos con la sensibilidad de una época de civilización”. Añade Browne que somos producto del “espíritu de una época” que resulta de la superación de las anteriores. Desde principios de 1900 El arquitecto Adolf Loos hacía la reflexión de la semejanza de los edificios con la vestimenta de la gente, en su escrito Ornamento y delito, se preguntaba: ¡No concordaban el estilo gótico con el traje de borlas! ¡La peluca larga con el barroco! Pero ¿Concuerdan nuestras casas con nuestros trajes? Pero las gentes de una época estaban en coincidencia con la arquitectura de su época”.
“En el desarrollo de la historia hay momentos de articulación que modifican o cambian el espíritu del tiempo, consecuentemente cambian rasgos y aspectos de la cultura en sus diferentes manifestaciones” (Pérgolis, 1985)
En la actualidad estos cuestionamientos siguen siendo vigentes. ¿Cuál es el espíritu de esta época? Un arquitecto entonces no es otra cosa que un psicólogo del zeitgeist. Mientras no descifremos quién es este espíritu, de que motivaciones se alimenta, no seremos capaces de trasmitirlo a nuestros edificios.
Ahora bien ¿Cuál es el zeitgeist actual? ¿Qué nos define como cultura? ¿Cuál es el ambiente intelectual de la época?

2.1     Desmaterialización y Añoranza

Vivimos en una era digital sin duda, en donde poco a poco lo material  pierde terreno contra lo virtual. La cantidad de información existente es en mayor número digital que impresa. Sin embargo a partir de 2014 ha habido una alza en la compra de libros impresos (Forbes, 2014). Existe una resistencia, una añoranza hacia lo material. Desde la aparición de la fotografía digital se ha aumentado por mucho el número de fotografías realizadas y disminuyó la cantidad de aquellas impresas, sin embargo empresas como Polaroid han puesto nuevamente de moda la impresión de instantáneas.
A pesar de la resistencia, la tendencia es imparable, desde el uso de la banca electrónica y el aumento de transferencias electrónicas, la desaparición de espacios como la renta de videos por plataformas como Netflix, la virtual desaparición de las casetas de teléfono público en las ciudades y su substitución por el uso de los móviles y las videoconferencias, o el trabajo a distancia han hecho el uso del cuerpo físico algo prescindible.

2.2     FUGACIDAD

A la cabeza se me vienen ideas como la figura del internet como la carretera de la información, la conectividad, la velocidad y a la vez la fugacidad. Estamos en un medio sobre comunicado, si es que eso existe.  Atestados de información, pero al mismo tiempo en un mundo instantáneo, todo dura un segundo, de fama de notoriedad, para luego ser olvidado y reemplazado por la noticia más reciente. Estamos cada vez más comunicados y quizá al mismo tiempo más solos, más alejados del contacto humano, de la experiencia humana. En un mundo donde todo está automatizado, robotizado y fabricado en serie. Tenemos una necesidad casi lastimosa de contacto, de experiencia. Somos parte de un sistema de producción en masa.
La moda, es una expresión de esta fugacidad. Pocos actos culturales expresan tan tangiblemente esta sensación efímera que es ciertamente, es contradictoria: Nos forza a vivir en el presente, pero al mismo tiempo un presente cambiante.
Aplicaciones como Instagram, o Snapchat sólo reflejan eso, la vida en el instante. Las imágenes duran lo que duran en el timeline, en la memoria duran lo mismo.
Para Bauman algunas características de la cultura actual son “elevar lo novedoso por encima de lo perdurable, reducir el lapso entre el nacimiento de un deseo y el momento de su desaparición”. Así mismo esta fugacidad se extiende a las relaciones, que se ven como “un lastre pesado y obsoleto que debe ser desechado cuanto antes.(…)  La fragilidad y la prescindibilidad de las identidades individuales y los lazos interhumanos aparecen como la esencia misma de la libertad individual. No es la posibilidad de conexión la que hace tan exitosas a las redes electrónicas de comunicación, sino precisamente la posibilidad de desconexión en el momento que se desee”.

2.3     CONECTIVIDAD Y AISLAMIENTO

“Podemos comprender cabalmente una paradoja de que sea el avance tecnológico a través del mundo virtual el que da nacimiento a  una nueva idea de comunidad. Que sea el estar frente a una computadora,  uno de los actos más solitarios e individuales del hombre, el que genere nuevos lazos sociales comparables con los lazos comunitarios de siglos atrás”  (Vannini, P. ,2008)
Sin duda las nuevas tecnologías de la información han marcado un antes y un después de la manera en que nos desenvolvemos socialmente, hemos inventado formas cada vez más diversas para entablar lo que ahora llamamos “redes sociales” pero son aplicaciones, dispositivos que nos permiten cercanía a través de una distancia. Estamos lo suficientemente cerca como para “conectarnos” pero lo suficientemente lejos para decidir hasta qué grado lo hacemos.  “La máquina de habitar” como le llamaba Le Corbusier “dejará de ser la casa y acabará siendo el ordenador y sus dispositivos derivados. Las nuevas generaciones, los nativos digitales, pasan cada vez más tiempo conectados a la Red. En ella cultivan sus amistades, encuentran información, pasan sus ratos de ocio. Sus relaciones con la casa y la ciudad en la que habitan, están cada vez más marcados por  esa conectividad que todo lo impregna”. (López Galiacho, E. 2014 )
“Mientras la interacción cara a cara tiene lugar en un contexto de co-presencia, los participantes de la interacción mediática se ubican en contextos espacial y/o temporalmente distintos” Thomson, J. (1998)
La comunicación existe en un contexto temporal difuso. Bien podemos interactuar en un blog y obtener una respuesta separada por años, como podemos tener una respuesta inmediata. Demandamos una respuesta inmediata. Se nos hace impensable que alguien que según nos indica la doble paloma de Whatsapp haya leído nuestro texto, se atreva a dejarnos en visto.
Estamos todo el tiempo ocupados (o al menos eso nos han hecho pensar) La hiperconectividad no es otra cosa, que una forma compleja de esclavitud.
 Estamos conectados y aislados al mismo tiempo, tenemos 700 amigos en Facebook, y quizá no conocemos al vecino, ¿Cuántos de esos “amigos” nos saludan en las calles o si quiera nos reconocen?
Estamos ávidos de aprobación, el éxito se mide en “Likes” y “Followers” en las veces visto o compartido, en aquello que se vuelve “viral” sin reparar en que lo contagioso, suele estar relacionado con lo enfermo.
Dictamos con voz a nuestros dispositivos móviles, hablamos con Siri, y sin embargo a un amigo le podemos decir que estamos tristes con dos puntos y un paréntesis. La vida digital ha resumido las emociones en emoticons, las reflexiones en memes, y el activismo en likes y retweets. Todo desde la comodidad de nuestros dedos. Nos hemos habituado, hemos modificado nuestro modo de habitar para nuestra comodidad sin siquiera notarlo.
“la interacción mediática limita el surtido de indicaciones simbólicas (…) suministra a los participantes menos herramientas simbólicas para la reducción de ambigüedad” (Thompson, J. 1998)

2.4     Sociedad de consumo

“La sociedad de consumo del fin del siglo XX, supuestamente celebra el materialismo y satisface las necesidades físicas del cuerpo, en realidad devalúa lo material y lo corporal, aún los bienes más deseados son elementos evanescentes cuyo valor comienza a desaparecer inmediatamente después de su adquisición (a medida de que son usados, gastados, o pasan de moda). La sociedad de consumo solo valora la fuente, el acto, y/o la razón de compra”.
                La cultura actual está ligada inherentemente al consumismo, pareciera trillado, pero es importante resaltarlo partiendo de que la arquitectura es un objeto más de consumo Según dice Bauman  ”El consumismo, es un atributo de la sociedad conformada por individuos cuya capacidad de querer, desear o anhelar ha sido separada o "alienada" de ellos mismos. A su vez, esa capacidad se convierte en la principal fuerza que pone en movimiento a toda la sociedad de consumidores. El consumo ha desplazado al trabajo como principal actividad generadora de la sociedad”.
                En una sociedad de consumo donde la actividad productiva gira alrededor de satisfacer los deseos, o más bien de crearlos para después poder satisfacerlos, es entonces lógico que las tendencias cambien rápido, dado que en la velocidad de este cambio se encontrará la ganancia, estos nuevos “deseos” harán mover el aparato productivo. Bauman agrega que La felicidad no está determinada por la gratificación de los deseos ni por la apropiación y el control que aseguren confort, sino más bien por un aumento permanente en el volumen y la intensidad de los deseos, lo que a su vez produce una fila cada vez más interminable de productos creados para el desecho y la sustitución”.
                De ahí que la vida acelerada de la que hablamos anteriormente no sea otra cosa que una velocidad “artificial” producto según Bauman “de la necesidad de alcanzar las oportunidades que se presentan en el momento y que anuncian el peligro de desaparecer al instante. El apremio no consiste en adquirir y acumular sino en eliminar y reemplazar”.
                Para Bauman el problema de este estilo de vida consumista es que la felicidad se encuentra en el aquí y en el ahora, la promesa de satisfacción “sólo conserva su poder de seducción siempre y cuando los deseos permanezcan insatisfechos, al mismo tiempo, necesariamente, se acrecienta la sensación de inseguridad, hasta convertirse la sociedad misma en la fuente del miedo que produce la infelicidad”. Por tanto indica que “Consumir es invertir en la propia pertenencia a la sociedad”.
"La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seriamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy cabreados."(Pallaniuk, Ch )
                El consumismo se ha acelerado gracias a la cultura de la información, en un medio extensamente conectado, en dónde un algoritmo puede otorgar a una base de datos todo sobre mí, mi edad, estrato social, sexo, religión, hábitos de consumo para hacerme llegar “información pertinente” que no es otra cosa que publicidad estratégicamente dirigida para alguien que sabe todo de mí, menos quien soy, para que yo gracias a ello también pueda “definir” quien soy y que quiero.
                Esto también nos hace preguntarnos si este universo de información no es también una trampa. Nos hace creer que tenemos acceso a todo cuando en realidad nos presenta la información que esperamos encontrar. Basado en las sugerencias que se nos presentan en base a nuestras preferencias, nuestras búsquedas anteriores. De modo tal que este espacio “neutral y objetivo” que es la red a veces más es un instrumento de validación de nuestra visión de la realidad que una ventana a otras posibilidades como lo promete.
“Los sufrimientos más comunes en la cultura actual suelen producirse a causa del exceso de posibilidades más que por el exceso de prohibiciones. La depresión causada por el miedo a ser inadecuado reemplaza a la neurosis causada por el horror a la culpa”. (Bauman, Z 2007)

3       Arquitecturas

“Acostumbrémonos a pensar más en lo arquitectónico que en la arquitectura, y más en la arquitectónica del habitar que en la arquitectónica de la edificación. Eso, y no las leyes, devolverán al arquitecto la credibilidad que necesita ante la sociedad a la que se debe. López-Galiacho, E. 2014,
                La arquitectura a pesar de ser un arte, se le ha conferido una carga increíblemente pesada, y ésta es la de ser un arte social. Además la arquitectura conforme ha evolucionado, se ha ido haciendo cada vez más compleja, teniendo que resolver problemas que van desde la índole técnica, a problemas tales como la falta de vivienda, las condiciones de marginación, problemas medioambientales como el calentamiento global, su construcción de manera sustentable e incluso su desecho una vez que el edificio ha cumplido su función. Quizá por atender estas y otras problemáticas incuestionablemente importantes, en ocasiones ha desatendido su principio y su razón de ser. El transformar el espacio y hacerlo habitable.
                Aunado a esto como ya reflexionamos anteriormente vivimos en una sociedad de consumo, y la arquitectura entonces es un producto más. Al igual que la vestimenta se ha reemplazado el traje a la medida por la fabricación en serie. Pero el coste de morar en un espacio que no es de nuestra talla genera una ampolla en nuestra calidad de vida.

3.1     Los “No lugares”

Marc Augé define los no lugares como estos espacios de anonimato en las ciudades supermodernas. Lugares principalmente privados, por los que nadie siente apego, nadie puede apropiarlos, y por lo tanto son en realidad no habitables.
El no lugar es por tanto aquel en el que el individuo no puede relacionarse ni de manera identitaria, ni histórica. Estos no lugares son invenciones modernas. En la antigüedad existían los espacios públicos, pero su calidad en la sociedad contemporánea se ha diezmado y en veces casi se han extinguido.
Estos espacios suelen ser privados.  Ya que según reflexiona Auge “El usuario mantiene con estos no lugares una relación contractual establecida por el billete de tren o de avión y no tiene en ellos más personalidad que la documentada en su tarjeta de identidad”. Dice Koolhaas que el aire acondicionado es el aglutinante de los edificios contemporáneos, y como cuesta dinero. No puede ser gratis. Para Koolhaas el “espacio basura es el no espacio de Augé. Aunque para Koolhaas “Es siempre interior, y tan extenso que raramente se perciben sus límites; fomenta la desorientación” En cambio creo que incluso el no espacio puede encontrarse en espacios urbanos. Algunas de nuestras ciudades son espacios carentes de significación e imposibles de habitar en el sentido pleno.
Suelen ser espacios de tránsito sirven de paso, son anónimos, son genéricos, la gente no los recuerda.”Es ampuloso pero poco rememorable, como un salvapantallas: su negativa a detenerse asegura una amnesia instantánea”. (Koolhaas, R.) Son espacios difíciles de generar comunidad, de generar contacto “Apenas permiten un furtivo cruce de miradas entre personas que nunca más se encontrarán. Los no lugares convierten a los ciudadanos en meros elementos de conjuntos que se forman y deshacen al azar y son simbólicos de la condición humana actual y más aún del futuro. La soledad de la condición humana contemporánea” (Augé 1993).
Si lo comparamos con los supuestos de habitar establecidos anteriormente, los no-espacios al ser su negativa. Suponen espacios que no generan identidad, ni apropiación, que no pueden construirse, ni adaptarse. Bastará que uno se siente de modo inapropiado para que un guardia de seguridad salga al encuentro. No se pueden recorrer cabalmente. Caminamos a través de ellos pareciera que libremente, pero en realidad hay una programación innata para ello. Caminamos por un aeropuerto casi con la misma libertad que una res en una banda de producción de un matadero. “Establecen regímenes de desorientación planificada, instigan una política de desorganización sistemática. No es exactamente el «todo vale»; en realidad, el secreto del «espacio basura» está en que es promiscuo y al mismo tiempo represivo”.


3.2     La arquitectura de masa

“Cierto, cuando llegó el progreso a la moderna nuestra casa...se desmoronaba; lo que hemos construido en su lugar, aparte de albergar a una minoría de los mexicanos, ha sido deshabitado por el espíritu. Pero el espíritu no se ha ido: se ha ocultado. Para referirse al México subdesarrollado algunos antropólogos usan una expresión reveladora: cultura de la pobreza. La definición no es inexacta sino insuficiente: el otro México es pobre y miserable; además es efectivamente otro. Esa otredad escapa de las nociones de pobreza y riqueza, desarrollo y atraso; es un complejo de actitudes y estructuras inconscientes que, lejos de ser superviviencias de un mundo extinto, son pervivencias constitutivas de nuestra cultura contemporánea. El otro México, el sumergido y reprimido, reaparece en el México moderno; cuando hablamos a solas, hablamos con él; cuando hablamos con él, hablamos con nosotros mismos”.Paz, O. (
La arquitectura no se salva de este proceso de producción masiva, desde los postulados de Le Corbusier que proponían hacer de la casa “una máquina para vivir” y quizá como intención social sea una buena propuesta. El movimiento moderno de la arquitectura apuntaba a abolir la problemática de la vivienda, vivienda para todos. Pero ¿Cuál es el resultado? Recordemos que la muerte del movimiento moderno en la arquitectura se da simbólicamente con la demolición de los departamentos de Pruitt Igoe en 1976 (según Charles Jenks arquitecto e historiador) Proyecto en dónde falla la arquitectura moderna Le Corbuseriana al no dar respuesta a las necesidades de los habitantes de Saint Louis Missouri. Según describe Newman “Nadie se identificaba con aquellas «tierras de nadie —lugares donde era «imposible sentir... distinguir un vecino de un intruso”. Aunque hay que decir que la arquitectura no fue el único factor, si fue un determinante para el fracaso del proyecto. No fue el único caso, el boom de multifamiliares de los años 70 están plagados de casos de fracaso.
Quizá suene exagerado, quizá no sea tan trágico al final de cuentas vivir en una casa idéntica a otra. Pero que pasa con situaciones como la que México vive en la que el mayor programa de asistencia social que es el INFONAVIT fracasa estrepitosamente, por que decir que el 14.2% (Milenio 2017) de las viviendas a nivel nacional se encuentran abandonadas, es hablar de un problema estructural, en el que en algunas ciudades llega hasta un 25% Y claro al igual que en Saint Louis Missouri sería inocente pensar que la arquitectura por si sola es la única causante de estos fracasos, que no se deben al diseño de las casas si no a problemas de origen urbano y económico. También sería inocente no ver la tragedia que hay en esto. Pensando en que la mayor parte del tiempo la pasamos resguardados en un edificio. “Nos pasamos la vida en interiores como los animales en un zoológico”. (Koolhaas, R.)
Es por ello que cuestionar la calidad de los espacios en los que pasamos la mayor parte de la vida es una reflexión válida.
Estos problemas de viviendas pobremente solucionadas para un problema en aumento aunado con la especulación inmobiliaria y con la sociedad de consumo han hecho a la arquitectura una farsa. La arquitectura moderna no brinda aquellas cualidades que promete en su propaganda. La arquitectura se ha vuelto escaparate, se ha convertido en vendedor en palabras de Koolhaas”(…)Está diseñada para portar marcas; los mitos pueden compartirse, las marcas dosifican el aura a merced de los grupos de interés. (…) las marcas desempeñan el mismo papel que los agujeros negros en el universo: son entes a través de los cuales desaparece el significado”  Este espacio que conoce todas nuestras emociones y nuestros deseos, “Es el vientre del Gran Hermano”, y cínica y descaradamente anuncia cómo quiere ser interpretado “rico, sensacional, flamante, enorme, abstracto, «minimalista», histórico” etc.
El proceso de diseño ya no está enfocado a satisfacer las necesidades del usuario, si no en crear las necesidades del objetivo. “Crea comunidades no a partir de intereses comunes o de la libre asociación, sino de una estadística idéntica y una demografía insoslayable, una ola oportunista de intereses creados”. (Koolhaas, R.)

3.3     ¿Cómo responde la arquitectura actual al zeitgeist?

“Cuando pensamos en el espacio, sólo miramos sus contenedores. Como si el propio espacio fuese invisible, toda la teoría para la producción de espacio se basa en una preocupación obsesiva por lo opuesto: la masa y los objetos, es decir, la arquitectura. Los arquitectos nunca pudieron explicar el espacio; el «espacio basura» es nuestro” (Koolhaas, R)
                Ya hemos discutido como la arquitectura se ha convertido en un producto en serie carente de significación.
                La arquitectura con la carga social y política que conlleva ha tratado incansablemente de sortear los requerimientos económicos y estéticos, pero también sociales y medioambientales. Y como sucede en muchos casos al querer hacer todo, muchas veces fracasa no dando respuesta ni de una manera ni de otra. La arquitectura moderna trató de normalizar y estandarizar las necesidades de los usuarios. Pero en cambio el resultado ha sido una arquitectura carente de significación, difícil de habitar, difícil de relacionarse.
                Las ciudades han invertido en sus edificios y en el city marketing para atraer turistas. Buscando el edificio más alto, más extraño, más extravagante. ”Obra maestra” se ha convertido en una sanción definitiva, un espacio semántico que protege el objeto frente a la crítica, quedando sus cualidades sin demostrar, su comportamiento sin comprobar y sus motivos sin ser cuestionados. Una obra maestra ya no es una casualidad inexplicable, una partida de dados, sino una tipología congruente: su misión es intimidar, la mayor parte de sus superficies exteriores son curvadas, enormes porcentajes de sus metros cuadrados son disfuncionales, sus componentes centrífugos apenas quedan unidos por la fuerza del atrio, temiendo la inminente llegada de la contabilidad forense (Koolhaas, 2004)
                Creo que la arquitectura actual carece de elementos que nos comuniquen, nos relacionen, gran parte de la arquitectura actual, de las estructuras supermodernas a pesar de lo vistosas que puedan ser carecen de lo más escencial y esto es que la arquitectura sea emocional. Es decir que nos comunique algo el espacio, que sirva como un trasmisor, o como un intermediario de emociones en este mundo comunicado, cambiante. ¿Cómo podría la arquitectura ser cambiante, adaptable, mutable? Y no en el sentido de que cambie de colores, se mueva o realice otros artificios que son meramente teatrales, ¿Cómo la arquitectura moderna me permite modificarla, interactuar y comunicar, entender y comprender?
                El hábito moldea el hábitat, pero también funciona a la inversa. ¿Cómo la arquitectura moderna está moldeando nuestro estilo de vida? ¿Cómo nadie lo está cuestionando? ¿Es moral, es legítimo? ¿Cómo la arquitectura responde a las necesidades que exige la vida moderna? ¿Se lo pregunta, o lo da por sentado?
                ¿Cómo es que la arquitectura representa esta fugacidad, nuestra idea de conectividad y nuestro sentimiento de aislamiento en la vida que llevamos en los medios virtuales? ¿Es posible que la arquitectura concebida como una expresión material pueda atrapar estas ideas?
Según reflexionan Julio Bermudez y Robert Hermanson (1996) “Desde un punto de vista filosófico, existe la necesidad, es más, el deber del arquitecto de expresar el momento en que vive, en nuestro caso el zeitgeist de hoy. Esta posición apoya la proyección y construcción de edificios que incorporen las cualidades virtuales de la cultura de medios en el mundo real. Esta exportación creativa de la lógica, naturaleza, y apariencia de lo virtual en lo real permitiría que el ciudadano común experiencie los efectos escondidos pero bien concretos de la virtualidad en nuestras vidas. El propósito de esta "arquitectura de transitoriedad" no sería ya estética sino, y esto hay que remarcarlo, critico. La arquitectura de transitoriedad pondría a la vista aquello que esta fuera de la vista a través de la expresión en una materialidad descarnada del carácter transitorio del mundo del simulacro en el que habitamos”.



3.4     La piel arquitectónica


En la arquitectura contemporánea es frecuente escuchar el término de piel como sustitución del término fachada. El muro cortina es uno de los principales inventos de la arquitectura moderna. El hecho de que la fachada no responda a ser un elemento estructural o un elemento supeditado a su estructura, si no un envolvente libre dio a la aquitectura un sinfín de posibilidades.
En términos de la edificación podemos hablar de 3 elementos que la conforman: La estructura, el envolvente y los sistemas de espacios interiores. Si además añadimos los sistemas necesarios para su confort (líneas eléctricas, agua, drenaje, ventilación, etc). La analogía con un ser vivo es evidente. La estructura funciona como el sistema esquelético, el envolvente como la piel y los sistemas de confort tienen una lógica muy similar a los sistemas respiratorios, digestivos, etc. Por lo que esta analogía no es nada novedosa.
En la actualidad estas fachadas se han vuelto elementos cada vez más especializados Manuel Gausa, citado por Ethel Baraona define esto que nombran piel arquitectónica como “Una capa exterior que media entre el edificio y su entorno. No una elevación neutral, sino una membrana activa, informada; comunicativa y en comunicación. Más bien que paredes con agujeros, pieles técnicas, interactivas. Pieles colonizadas por elementos funcionales capaces de contener las instalaciones y los servicios; capaz de recibir y de transmitir energías; pero también capaces de contener otras capas incorporadas” Es decir que como una metáfora de piel cambia, se ajusta, se adapta al entorno, comunica y se informa, no un elemento estático, si no uno en constante transformación.
Al igual que la piel, al igual que la vestimenta, los edificios comunican. A través de sus materiales, de sus signos, se dice que un edificio es legible cuando se entiende su función con su mera tipología, el status se revela con la calidad de sus acabados. En versiones mas modernas las grandes cajas de cristal comunica lo que pasa adentro de ellas. “Pieles tersamente estiradas encierran débiles fiascos. La transparencia sólo revela todo aquello en lo que no podemos tomar parte”. (Koolhaas, 2004)
La iluminación en ocasiones nos da idea de que es lo que sucede dentro. En algunos de ellos es sólo una ilusión. Aquello que vemos en las fachadas está desconectado de la vida interior del edificio, como un producto cuyo empaque es más atractivo que su contenido.
Gracias a la tecnología los edificios se han vuelto más comunicativos y no sólo en el sentido simbólico, si no que sus pieles se han convertido en pantallas que igualmente despliegan noticias o incluso reaccionan en tiempo real según lo que acontece. De modo que la piel se vuelve interactiva.
  Esta metáfora de la piel al mismo tiempo ofrece múltiples reflexiones, al igual que la piel, las pieles arquitectónicas debieran adaptarse al entorno, como lo hace una piel con membranas especializadas, que se mimetizan, que sudan, que se refrescan, y no sólo en un sentido tecnológico de confort térmico como ya lo han logrado muchas de las edificaciones verdes, si no que va más allá. A las posibilidades que nuestra piel misma nos ofrece.

3.5 La arquitectura sensorial –emocional v.s. La arquitectura inmaterial o la arquitectura en tiempos inmateriales

La vida en la ciudad no surge de sus formas significantes por reconocidas y monumentales que sean sino de los acontecimientos que ocurren entre ellas: esta interacción de los habitantes con el espacio va más allá de la idea de identidad, alcanza al sentido de la vida en la ciudad, eso que Julia Kristeva señala como consecuente con la práctica significante. La literatura teje trazos con palabras, describe detalles y a la vez da sentido a los escenarios a través de las escenas: “Yo soy el único espectador de esta calle, si dejara de verla se moriría”, señaló Borges en 1923 en el poema “Caminata” (1980).

Al igual que hablábamos de la desmaterialización y de la añoranza, pareciera que la arquitectura sufre este fenómeno. La arquitectura se presenta cada vez más inmaterial por un lado, y más tectónica en otras de sus manifestaciones contemporáneas.
Juhani Pallasmaa en su libro “Los ojos de la piel” toca a detalle el “ocularcentrismo”. Es decir cómo lo visual ha dominado sobre el resto de los sentidos, La arquitectura es un ejemplo de ello. Pero en realidad lo encontramos plasmado en casi todos los aspectos de nuestra vida. Desde como nuestros monitores despliegan una cantidad alucinante de imágenes. Tanto que ha provocado incluso ataques de epilepsia fotosensiva en niños. Porque incluso nuestros cerebros no están del todo adaptados a la velocidad de las mismas. Este mismo fenómeno provoca que cada vez más niños sean diagnosticados con déficit de atención. Ya que es imposible que encuentren el mismo estímulo sentados en un salón de clases con una persona al frente. Esto conlleva a que nuestro sentido de la vista está ávido de imágenes nuevas, cada vez más difícil de sorprender.
La arquitectura como decíamos anteriormente es naturalmente material, sin embargo existe la inquietud de que la arquitectura experimente del modo que lo hace el mundo virtual. La imagen de pantalla es quizá uno de las representaciones arquitectónicas más acercadas de la metáfora del Zeitgeist (Bermudez y Hermanson 1996) La fundación Cartier de Jean Nouvel en París, es un buen ejemplo que “conscientemente juegan con la disolución de la solidez material en transparencias, translusencias, y opacidades que sugieren una visión desvaneciente de una presencia descarnada”. Cuando además esta imagen de la pantalla logra adaptarse (mutar) en tiempo real entonces esta arquitectura desafía su propia materialidad  haciendo el hecho arquitectónico más importante que la arquitectura misma. De modo que el dentro y fuera no son tan importantes como el ahora. Redefiniendo completamente el concepto mismo de arquitectura.
Pero aquí cabe la reflexión si el imitar nuestro zeitgeist es el único propósito de la arquitectura. Si la arquitectura debe despojarse de su materialidad. Si estas “pantallas” son realmente arquitectura, nos están comunicando algo relevante o sólo es parte del espectáculo publicitario en el que nos encontramos inmersos. Si la arquitectura se está volviendo cómplice de esta inmaterialidad en donde acallamos los silencios con imágenes, con ruido, con información yuxtapuesta, continua, irrelevante acallando el resto de nuestros sentidos. Tenemos cada vez casas más “inteligentes” cuando algunas de ellas ni si quiera pueden ser “habitadas”. Buscamos realidades aumentadas cuando no somos capaces de percibir completamente lo que podríamos con nuestros meros sentidos si estuviéramos alerta. Así que: ¿Qué tan necesario es que la arquitectura sea una expresión inmaterial, que se convierta en mero contenedor para experiencias virtuales?
Entre más tratamos de desmaterializarnos, hay algo que nos ata, una realidad innegable. Somos seres corpóreos. Nuestra materialidad resiste y reacciona ante lo virtual. Lo tectónico, lo táctil chocan con lo intangible.

4        Conclusiones

Estamos sin duda en un momento de catarsis, pero en esta liberación no hemos resuelto si liberarnos de lo tectónico y lo material o resistirnos a lo virtual. Sin embargo creo que es una lucha que está perdida. La tecnología seguirá avanzando resistirnos sería como negar su avance. Por lo que creo que la respuesta no está en ninguno de los extremos si no en una postura conjunta. En cómo ver que las nuevas tecnologías enriquezcan nuestra sensorialidad. Cómo regresar al resto de los sentidos su valor y sus funciones. Cómo rechazar estos productos que nos han vendido y exigir lo que necesitamos para realmente habitar. Para mí la respuesta está en la piel. Entendida esta como una extensión de todos los sentidos y cómo estas capas o envolventes nos protegen y nos relacionan, nos filtran de sensaciones en lugar de contenernos, en lugar de ensordecernos.

5        Propuesta

5.1     Descripción

La idea de este proyecto es generar una exploración tomando como referencia los modos de habitar moderno, pensado en capas y relacionarlo con la manera en que la naturaleza adapta sus envolventes al entorno. Con la intención de vincular la creación del hábitat partiendo de la piel en una búsqueda de relación de los límites entre lo público y lo privado. Reflexionar sobre como los nuevos modelos de espacio habitado intervienen y modifican la forma de vida de los usuarios, así como maneras en que la arquitectura siga vigente adaptándose al espíritu de su tiempo.
Para ello se pretende desarrollar un modelo de vestimenta que se adapte como una segunda piel haciendo uso de las tecnologías actuales y tomando como base de diseño dicha prenda generar una estructura arquitectónica que replique la exploración a manera de espacio habitado.
Partiendo de la idea de que habitamos en capas, podría decir que para efectos de exploración una capa es sólo una escala de habitar, por lo que lo mismo da una prenda que una habitación, que una ciudad, entendiéndola como una extensión de mi ser que define, y al mismo tiempo me protege, pero parte de mí y mi relación con otros según la escala.

5.2     Objetivos Generales

Hacer una exploración de la idea de habitar tomando como punto de partida el cuerpo, la piel como contenedor y sus diferentes escalas a manera de capas hasta llegar al objeto arquitectónico.

5.3     Objetivos específicos

Generar un espacio de habitar en una o varias escalas que permita comunicarme de “dentro del envolvente” y “hacia fuera de él” tomando en cuenta la analogía de la piel.
Hacer una reflexión entre lo público y lo privado, entre la identidad individual y colectiva. En la conexión del yo con el otro, con el mundo, de modo que el hábitat no sea sólo un contenedor aislado, sino comunicativo, conectado.
Generar una arquitectura emocional, que brinde una experiencia sensorial.
Replantear la idea de habitación ideal, funcionalidad y confort recuperando la noción misma del cuerpo y sus sentidos, de la percepción del espacio y las interpretaciones únicas de cada individuo.
Rescatar la “habitabilidad” de los espacios de modo que se puedan generar envolventes adaptativos, ligados a la identidad y los “hábitos” de los usuarios.
Entender la responsabilidad del diseño como un facilitador de los hábitos, como un agente sino modelador al menos modificador de la conducta

5.4     Metodología

Partimos de un estudio antropocéntrico, y un estudio del cuerpo.
Para esto se enlistó una serie de posibilidades a partir de la piel y sus funciones. Destacando la capacidad que tiene de proteger y ser permeable, de ser un medio de comunicación.
A partir de esto se desarrollaron ideas de proyecto partiendo de cada una de las características, y se fueron descartando aquellas que no cumplían con los objetivos del proyecto.
El enfoque era el vínculo de habitar según los supuestos establecidos. Lograr a través de la tecnología nuevas maneras de habitar transformando la noción que tenemos de capas en capas comunicativas, sensoriales y emocionales.
Teniendo en cuenta que la piel es la primera capa de habitar, sucesivamente cada capa generará una protección diferente y una relación única entre el contenido y su entorno.

5.5     Hábito que habito

Según se explicó en la metodología se escogieron algunas posibilidades de proyecto que cumplieran con los objetivos definidos.

5.5.1       Habitáculo 1

La matriz como espacio primitivo de habitar.
"...la vivienda es un sucedáneo del vientre materno, primera morada cuya nostalgia quizá aún persista en nosotros.""...la complicada arquitectura de nuestro aparato psíquico también es accesible a una serie de influencias." Freud, (1930)
                El seno materno comunica, alimenta y protege. El primer espacio es un envolvente arquitectónico con dos compartimentos, separados espacialmente, para dar cabida a 2 personas. Una en cada uno, y se compone de un sensor que sensa los latidos del corazón de uno y por medio de una bocina tipo subwoofer reproduce los latidos de la primera haciendo que el espacio “sienta el latir”

5.5.2       Habitáculo 2

La piel se enrojece con la actividad, los vasos sanguíneos se dilatan
Se trata de una prenda de vestir diseñada para alguien que hace ejercicio, de modo tal que cuando se calienten ciertas partes estas cambien de color mediante luces leds.

5.5.3       Habitáculo 3

La piel se “emociona”
El habitáculo tendrá una serie de “escamas” que al momento que una persona toque ciertos puntos fuera del habitáculo, accionará un sistema de ventilación haciendo que las escamas se “ericen” la persona que se encuentra dentro sentirá esta reacción al momento que esas escamas le rocen.


6        BIBLIOGRAFÍA Y REFERENCIAS

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