Friday, March 30, 2012

Luna gitana

Es increíble presenciar las coincidencias de dos cuerpos que sin conocerse se comprenden, se siguen y bailan.
foto: Julián Melero

Sunday, March 18, 2012

Delirios de docencia


Cuando por primera vez me invitaron a dar clases me pareció que se habían equivocado de persona. Aún me faltaba mucho por aprender antes de pararme frente a un grupo. Eduardo quien entonces era el director de la carrera me convenció.
La primera clase como todo profesor primerizo tenía un poco de nervio considerando que los alumnos más rezagados tenían casi mi edad. Sin embargo el mismo Eduardo antes de entrar al salón me dijo al oído: Firme, ellos huelen el miedo. Cuatro años después creo que siempre me faltará mucho por aprender, y quizá no sienta miedo, pero si emoción el primer día de clases.
Cuando uno se imagina como maestro universitario, siempre se imagina como esta figura heróica que va a transformar la vida de alguien, culpa de esto lo tienen por supuesto películas como la sociedad de los poetas muertos, mentes peligrosas, y casi cualquier película holliwoodesca que tenga en la trama un grupo conflictivo y un maestro. La realidad es otra, los maestros no somos estas figuras heróicas. Al menos no como las pintan en hollywood. Nuestro trabajo es a veces muy simple y no estamos ahi para salvar a nadie. Ocasionalmente tendremos algún alumno sobresaliente, o por el contrario un alumno que salvó la materia después de muchos esfuerzos cuando más.
La vida de profesor si bien tiene sus momentos de satisfacción, está plagado con muchos otros momentos desagradables propios de la profesión. Los que son maestros no me dejarán mentir:
1) Ese momento que todos conocemos cuando uno llega a revisar examenes, de un curso en el que los alumnos se sentaron con atención, uno expuso el tema; no hubo dudas y sin embargo, a la hora del examen. Las cosas más básicas y elementales fueron omitidas por el grupo.
Hay un breve momento de pánico de... (-pero este tema si lo dí!¿?!) y en eso un veintiúnico alumno lo contesta... (-si, si lo dí, te contestas) y cuando todos te miraban atentísimos en realidad estaban mirando al vacío y escuchando la voz de la maestra de Charlie Brown BLABLABLABLABLA... (-damn!)
2) Ese momento después de la entrega de los examenes que sabes que va a llegar un motín a reclamar. Después de la entrega de trabajos que saldrá una (siempre tiene que venir una mujer con sus dramas a demeritar a todo el género) con una sarta de tragedias salidas de una película de acción y por supuesto acompañadas de lágrimas y hasta mocos. Desfilarán por igual el estudiante estrella que no llegó a la revisión y que su beca está en riesgo, y por tanto su brillante futuro académico. El estudiante simpático a modelar 23 sonrisas encantadoras y el que nunca asistió al curso a tratar de negociar como si se tratara de la mafia rusa.
3) Ese momento cuando pides los trabajos y sale uno -"Eso no lo encargó"(...Ajá creen que tengo demencia senil?) y todos en coro unísono -"NOOOoooo eso no lo encargó"
4) Ese momento en que estás dando la clase y el más atrasado de la clase sale con su "esto no nos sirve de nada, ya todo te lo hace el software"... Por eso los alumnos no piensan... por que esperan a que el software "piense" o "diseñe" por ellos.

Al final de un día negro lleno de "esos" momentos. Te encuentras a un exalumno que te dice cómo le sirvió tu clase o el hecho de que lo hayas "hecho sufrir". O te conatacta por mail para pedirte una asesoría o sólo saludarte. O hasta el alumno que reprobó tu materia te sonrie sinceramente. Y quizá eso sea esporádico y dure una milésima de segundo. Pero es definitivamente la razón por la cual uno no bota la toalla.